I
Yo no quiero decir cómo es ella. Si digo que es rubia se
imaginarán una mujer rubia, pero no será ella. Ocurrirá como con el nombre: si
digo que se llama Elsa se imaginarán cómo es el nombre Elsa; pero el nombre
Elsa de ella es otro nombre Elsa. Ni siquiera podrían imaginarse cómo es una
peinilla que ella se olvidó en mi casa; aunque yo dijera que tiene 26 dientes,
el color, más aun, aunque hubieran visto otra igual, no podrían imaginarse cómo
es precisamente, la peinilla que ella se olvidó en mi casa.
II
Yo quiero decir lo que me pasa a mí. ¿Y saben para qué?,
pues, para ver si diciendo lo que me pasa, deja de pasarme. Pero entiéndase
bien; me pasa una cosa mala, horrible: ya lo verán. Sé que por más bien que yo
llegara a decirla, ocurrirá como con la peinilla y lo demás; no se imaginarán
exactamente cómo es lo malo que me pasa; pero el interés que yo tengo es ver si
deja de pasarme tanto lo malo que se imaginarán, lo malo que en realidad me
pasa.
III
Elsa no es precisamente una de las tantas muchachas que no
me aman: ella no me amará dentro de poco tiempo, porque ahora ella me ama. Nos
hemos visto muy pocas voces; ella está muy lejos; nuestro amor se mantiene por
correspondencia; pero yo tengo la convicción, yo afirmo categóricamente, yo
creo absolutamente -ya explicaré ampliamente por qué tengo esta fiebre de
afirmar- yo vuelvo a afirmar que dada la manera de ser de ella, dejará muy
pronto de amarme, porque ella no podrá resistir el amor por correspondencia. Yo
sí, pero ella no.
IV
De lo que ya no existe, se habla con indiferencia o con
frialdad; pero yo hablo con dolor, porque hablo antes de que deje de existir y
sabiendo que dejará de existir: recuérdese cómo lo afirmé.
Cuando espero algo, siento como si alguien -llámese Dios,
destino o como quiera- tratara de demostrarme que la cosa que espero no llega o
no ocurre como yo esperaba. Entonces, cuando yo tengo interés en que una cosa
no ocurra, empiezo a pensar que ocurrirá, para burlarme de ese alguien si la
cosa llega u ocurre, para hacerle ver que yo la preveía; y él por no dar su
brazo a torcer no me da ese gusto y la cosa ocurre; pero he aquí que al final
triunfo yo, porque precisamente lo que más deseaba era que no ocurriera.
También debo decir que ese alguien suele sorprenderme dejándose burlar, y que
yo triunfe aparentemente y quede derrotado íntimamente: pero esto ocurre las
menos de las veces.
Para ser franco, diré que yo no creo en ese alguien, que a
ese alguien lo creamos, y para crearlo lo suponemos al revés y al derecho. Pero
cuando nos encontramos frente a un gran dolor, volvemos a pensar al revés y al
derecho por si llega a ser cierto que existe. Ahora yo pienso que a lo mejor
existe, y que a lo mejor no da su brazo a torcer, y por llevarme la contra hace
que no ocurra lo de que ella deje de amarme, puesto que yo afirmo que ocurrirá.
Así mismo tengo temor de que ese alguien se deje vencer y la cosa ocurra como
en las menos veces: pero yo tengo más esperanza del otro modo: al revés que al
derecho. Tendría esperanza aun cuando viera que estoy a punto de que ella no me
ame; pues con más razón tengo esperanza ahora que ella me ama normalmente.
Bueno, en total quiero dejar constancia de que tengo la
convicción, de que afirmo categóricamente, y que creo absolutamente, que Elsa
se diferencia de las demás muchachas, en que ninguna de las otras me ama, y que
ella dejará muy pronto de amarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario